La última sima, me puso reflexivo con la espeleo, me dió la vena poética mientras esperaba en una gatera a que Iván me pasara el petate. Él aún tenía que subir un pozo larguillo y echar una mano en otra gatera con el material. Cuando me cansé de cantar haciendo tiempo en la oscuridad absoluta, y me quedé sólo con el sonido del agua cayendo, caí en la cuenta de algunas "cosicas" que tiene este deporte tan atrayente para nosotros.
Como siempre (al menos hasta ahora), el que se encuentra más fuerte es el que más carga, el que está más confiado es el que monta los pozos, el que aguanta más el frío cede su turno, el más entregao es el primero que se mete en una gatera, y en definitiva, siempre el que más puede y quiere, más hace. Comparando esto, con lo que a veces vivimos en el resto de situaciones cotidianas, trabajo, etc... pues, la espeleo se envuelve en un halo de compañerismo muy especial, en momentos que te hacen disfrutar aun más, la espectacularidad que aprecias tras la luz del frontal. Y no es que estemos en cuevas todos los días, ni todos los fines de semana, ni somos unos profesionales, ni lo pretendemos... es que simplemente, lo pasamos de puta madre. Os dejo con el vídeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario