martes, 15 de julio de 2008

Villaverde del Río

En el mismo instante en que Baldo nos propuso a algunos compañeros de trabajo una tarde de baño en las Calderas de Villaverde, se me vino la imagen de Iván planeando un “fin de fiesta”, con el ascenso de alguna pared de las que por allí se encuentran. No tenía dudas que nuestra compañera Amelia no faltaría a la cita vespertina, ni por supuesto Lorena, aunque le costase un rato ajustar su agenda matinal para acercarse a La Cartuja y acompañarnos.

Finalmente el grupo que nos desplazamos a Villaverde lo componíamos un grupo de diez valientes, solo se nos puede calificar así dada la temperatura imperante a las tres de la tarde en todo el valle del Guadalquivir.

Tras el “cálido” almuerzo de confraternización en el área recreativa cercana a las pozas, emprendimos el corto pero duro camino a la zona de baño, un sendero de pequeño recorrido donde algunos pudimos comprobar la importancia de contar con un calzado adecuado y con un pantalón largo, ya que las “amorosas” zarzas se resistían a dejarte escapar sin darte un repaso.

La verdad es que la zona es merecedora de aparecer en el catálogo de la “Andalucía Film Comisión”. Incluso en verano se puede disfrutar en un paisaje cárstico extraordinario, en el que el agua de las decenas de hoyas que allí se encuentran, convierten cualquier tarde tediosa en una experiencia difícil de olvidar…eso sí ¿a ver quien se lleva la nevera la próxima vez cargadita de botellines fresquitos…?

Tras el baño, las bromas y las decenas de fotos, nos pusimos manos a la obra y nos acercamos a la pared más cercana que disponía de alguna vía y mientras unos se pusieron en remojo en la poza que había a sus pies, otros...bueno en realidad Iván y Amelia, procedieron a disponer de casi todo el material y a encaramarse al murallón para habilitar la vía.

Uno tras otro nos fuimos colocando arnés, casco y pies de gato para afrontar el reto. Hay que destacar a nuestro compañero Juan, el rebautizado hombre cucaracha por su peculiar forma de afrontar el último risco y a Reme, que hasta entonces había estado sufriendo algunos ataques bastantes dolorosos de cuentitis? aguda. El resto del personal, unos con más éxito que otros (va por mí, que estoy entre éstos últimos), todos hicimos nuestros pinitos sobre la piedra. De ésta cabe señalar que tras una subida rápida a la primera cornisa, hubo de dejar enganchada en la última chapa, una cinta Express que nos permitiera ascender por la pulida pared.

Antes de marcharnos a Sevilla sobre las nueve de la noche y como no podía faltar, todos repusimos fuerzas al fresquito de la terraza zipi zape de Villaverde, en la que ya se empezaron a comentar las anécdotas del día y que seguro que a más de uno, acompañarían durante toda la semana.

Autor: Jaime

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